Pilar Garrigosa siempre se ha interesado por los ámbitos de creación destinados a la funcionalidad, desde el diseño gráfico y el diseño de moda, en el arte de la cerámica, el esmalte y finalmente la joyería.
Para ella, incluso cambiar un enchufe puede tener su vertiente creativa, manifestando su afición por todo lo que se refiera al ingenio y la destreza manual.
A mediados de la decada de los 80 descubrió la vertiente más experimental de la joyería convirtiendose en coleccionista primero y, más adelante, en galerista para fomentar la joya concebida como obra de arte.
El apoyo incansable de este tipo de joyería, añadido a sus conocimientos de gemología, despertaron en Pilar Garrigosa la posibilidad de realizar ella misma sus propias joyas.
Las joyas de Pilar Garrigosa están impregnadas de racionalismo y sensualidad. Las formas predominantemente geométricas del metal contrastan con la exuberancia de las gemas en su estado natural.
Las joyas en su sobriedad formal y sencillez constructiva, poseen cierto aire tecnicista, como por ejemplo en los anillos en forma de tubo o en la utililitzaió de pequeños tornillos.
Su espíritu técnico también se pone de relieve en los acabados impecables y en la originalidad de las soluciones empleadas para sujetar las esmeraldas, turmalinas y aguamarina, entre otras gemas y cristales raros. Estas deben tener una marcada personalidad, ya sienten limpias o con inclusiones, transpaentes u opacas, y de tallas poco convencionales. La intervención de la joyería es mínima para resaltar la belleza intrínseca de las protagonistas, las gemas reveladas a través de la joya de la manera menos mediada posible, con la misma meticulosidad y cuidado amoroso propia de un coleccionista.
Pilar Garrigosa ha decidido clasificar sus gemas favoritas en el receptáculo más precioso: la joya.